EL DESPERTADOR… de la vida.
Tic-tac-tic-tac… Riiiiinnngggg…
Es la una. El
reloj señala la hora de despertar la
mente del adulto para afrontar las responsabilidades de la vida, que
continúan en el nuevo día.
Hay que despertar la
mente del niño, dormida por el
excesivo proteccionismo de los padres.
Hay que despertar la
mente del adolescente, dormida
por la mala costumbre de conseguirlo todo con el mínimo esfuerzo. Hay que
despertar la mente del joven, dormida
por el conformismo, debido a la ausencia de ideales.
Son las dos. La
hora de despertar los sentimientos
dormidos: los de la bondad para ver más allá de lo inmediatamente rentable.
Los sentimientos de amistad para
dominar el afán de utilizar a los demás según los propios intereses. Hay que
despertar los sentimientos de familia para dedicar con ternura, lo
mejor, a la siempre querida familia.
Son las tres. La hora
de despertar el ambiente de las casas: la casa de los abuelos, para que adquiera un sentido de hogar. Las casas de cultura, para que adquieran la
vitalidad del vecindario. Hay que despertar
las casas de los pueblos, para recuperar el sentido de
pertenencia a una comunidad que forma parte de tus raíces más profundas.
Son las cuatro.
La hora de despertar la música que
llevas dentro para emprender un día con ilusión y esperanza.
Son las cinco. La
hora de despertar la actitud crítica
hacia uno mismo, para proyectar lo que todavía se puede mejorar.
Son las seis. La
hora de despertar a los educadores para
innovar las formas de despertar los ideales sociales en los niños y jóvenes
para que hagan un mundo mucho mejor que el que han recibido.
Son las siete. La
hora de despertar el ingenio del
empresario para que invierta sus ganancias en proyectos que generen nuevos
puestos de trabajo.
Son las 8. El reloj
de la torre de la iglesia señala la hora de despertar a las comunidades cristianas
para percibir con mirada de la fe, los
ambientes de la vida que nos rodea. Es
la hora del Sínodo: la hora de despertar, todos, a un nuevo día para
reinventar la vida de la iglesia con creatividad
y para que la fe crezca en el diálogo
con la vida, llenando de sabiduría las mentes de los presentes y futuros
cristianos.
Ocho horas para dormir. Ocho horas
para despertar, y, el resto, para vivir. ¡LEVÁNTATE y VIVE el Sínodo! PARTICIPA en él: buscando, renovando y fortaleciendo tu fe. Tú eres también el
despertador que todos necesitamos, para que la iglesia sea un recinto de paz, de justicia y de amor para seguir
esperando.
¿A qué hora pondrás hoy
tu despertador?
Cuéntalo en tinoescribanocc@gmail.com
¡Hasta la próxima semana!
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