sábado, 25 de enero de 2014

10.-PROPONER LA FE CRISTIANA… como aspiración a la eternidad.



Viajé por el cosmos en los espacios siderales de galaxia en galaxia, buscando el sitio donde habita la eternidad, pero solo encontré retales de silencio.

Viajé por los planetas entre espacios infinitos buscando el hogar donde habita la eternidad, pero solo encontré distancias llenas de vacío.

Viajé por los rayos del sol y las estrellas, defendiéndome de su calor abrasador,  buscando el haz de luz que envuelve a la eternidad, pero solo encontré brillos que escondían oscuras sombras.

Viajé por los alrededores de la luna, buscando la espiral de la eternidad entre la poderosa fuerza magnética que atrae a los objetos; pero solo encontré destellos de color plateado que anunciaban malos presagios.

Viaje por los caminos de la tierra, de día y de noche, buscando la residencia donde la eternidad tiene su casa, pero no encontré más que caminos de un viaje a ninguna parte.

Viaje por los espacios interiores del pensamiento acumulado  en la historia de  la humanidad, buscando la neurona donde reside la eternidad, pero no encontré más que teorías que perciben descripciones sobre la conectividad.

Viajé al centro de la vida de una comunidad cristiana y encontré ahí la eternidad en los contenidos de la fe en Jesucristo, nacido en la tierra desde la eternidad del Padre-Dios. El evangelio es la guía para descubrir destellos de eternidad en el planeta, donde nadie es dueño de la tierra pero sí somos sus hijos, de paso por la tierra, construyendo caminos que conducen a vivir para siempre en la eternidad de Dios.



¿Desde dónde te sitúas?



           Puedes enviar tus reflexiones a esta dirección: florentinoescribano@yahoo.es



Hasta la próxima semana.

Tino Escribano Ruiz

viernes, 17 de enero de 2014

9.-PROPONER LA FE CRISTIANA… en diálogo con la ciencia.



Dediqué toda mi vida a la investigación para descubrir el origen de la vida con toda su biodiversidad; y me sentí feliz con las respuestas de la ciencia, pero me faltó un trocito de verdad por conocer.

Dediqué toda mi vida a descubrir el origen del universo con  sus astros y planetas. Y me sentí feliz  con los conocimientos científicos de las observaciones telescópicas y de los libros de astrología, pero me faltó un trocito de verdad por conocer.

Dediqué toda mi vida a descubrir el origen del hombre, desde las teorías evolucionistas a las del genoma humano. Y me sentí feliz con los conocimientos científicos acumulados desde hace tantos siglos; pero me faltó un trocito de verdad por conocer.

Dedique toda mi vida a estudiar la medicina para curar todas las enfermedades; y me sentí feliz con los remedios de la ciencia. Aprendí a confeccionar todas las recetas, pero me faltó algo para conocer toda la verdad.

Dediqué toda mi vida a descubrir el origen del bien y del mal.

Y me alegré al conocer las respuestas de la ciencia en sus teorías antropológicas, psicológicas y neurológicas; pero me faltó un trocito de verdad por conocer.



Me acerqué a una comunidad cristiana y allí descubrí que la fe no está reñida con las teorías científicas, pues ambas se complementan  para conocer toda la verdad que se concentra en la persona del Dios-Padre, creador, que ha dado origen a todo cuanto existe. Su hijo, Jesucristo, es la plenitud de toda la creación y nos lo ha dado a conocer. Él es el camino, la verdad y la vida, de toda ciencia y conocimiento.

  Siguiendo el evangelio de Jesús  llegarás al conocimiento de toda la verdad. Y la verdad te hará un ser libre, que junto a otros seres libres serán colaboradores de Dios para  hacer el mundo mejor, en diálogo con la ciencia.



¿Desde dónde te sitúas?



           Puedes enviar tus reflexiones a esta dirección: florentinoescribano@yahoo.es



Hasta la próxima semana.

Tino Escribano Ruiz

sábado, 11 de enero de 2014

8.-PROPONER LA FE CRISTIANA… en conexión con la naturaleza.



Me acerqué al manantial de la montaña y me llené de naturaleza pura y cristalina.

Me acerqué al manantial de la llanura y me llené del sabor de la tierra en sus aguas puras; pero aún así, me faltó algo para completarlo.

Me acerqué a las olas de la playa y conecté con la inmensidad del ancho mar.

Me introduje en las aguas del mar y sentí que formaba parte de todo el universo; pero aún así, me faltó el último tramo para completarlo.

Me acerqué a las nieves de las más altas montañas y conecté con la inmensidad del cielo azul en su más transparente limpieza; pero aún así me faltó el último matiz para completarlo.

Me introduje entre las nubes de las tumultuosas tormentas y me sentí repleto de la energía del cosmos en su fortaleza eléctrica más portentosa; pero aún así me faltó la última ráfaga para completarlo. 

Me acerqué a una comunidad cristiana y me llené de la fuerza de toda la naturaleza en su máxima expresión, porque allí me conecté con la energía creadora del Dios-Padre, origen de tanta belleza y esplendor.
En la comunidad cristiana se acoge a Jesucristo como el hijo de Dios, obra maestra de la naturaleza, porque en él  todas las criaturas encuentran su plenitud.
Naturaleza, energía, belleza, humanidad; todas conectadas al cosmos, pues aquí se vive el Evangelio en la universalidad del mundo, en conexión con la naturaleza con el estilo de vida de la fe en Jesús.
¿Desde dónde te sitúas?



           Puedes enviar tus reflexiones a esta dirección: florentinoescribano@yahoo.es



                                                           Hasta la próxima semana.

                                                            Tino Escribano Ruiz