viernes, 28 de febrero de 2014

15.- PROPONER LA FE CRISTIANA… desarrollando las mejores emociones.

Escuché sonidos chirriantes que irritaron mis sentimientos de bondad; pero me calmé con las emociones de alegría  al oír la novena sinfonía de Beethoven.

Escuché el martilleo de las máquinas de producción que llenaron de angustia mis pensamientos; pero me calmé con las emociones de serenidad  al oír el concierto de Aranjuez del Maestro Rodrigo.

Escuché los gritos machacones de la publicidad invadiendo mis sentimientos con tormentos de ansiedad; pero me calmé con las emociones de empatía al oír las canciones de Quem con Freddi Mercury.

Escuché  palabras huecas en los cotilleos de la TV, que me produjeron un vacío existencial; pero me calmé cuando se despertaron emociones de un profundo sentido de la vida, al oír la música de “El Muro” de Pink-Floyd.

Escuché conversaciones hirientes tras una ruptura inesperada, que me provocó sentimientos desconcertantes; pero me calmé con las emociones de asertividad, al oír las Valkirias de Wagner.

Escuché  frases asesinas que me invitaban al inmovilismo con zumbidos de una perezosa monotonía; pero me calmé cuando se reactivó la imaginación, con todo su dinamismo, al oír las cuatro estaciones de Vivaldi.

Quise entrar por la puerta falsa para vivir intensas sensaciones ante lo desconocido; pero todo fue mejor abriendo la puerta a la música de Triana en Sombra y Luz.

Me dijeron que la inspiración se consigue viviendo sensaciones de quietud junto a los peces; pero yo lo conseguí escuchando el final de la Senda del Tiempo, de Celtas Cortos.

Un día percibí que los mejores sentimientos de la vida se transmiten de padres a hijos cuando se heredan las emociones de interioridad. Entonces, escuché la música de mi mente y me di cuenta de lo afortunado que era.

Acudí a la comunidad cristiana y descubrí que quien ama al prójimo vive la más alta expresión de educación emocional.
            Estas emociones no proceden de sonidos musicales ya inventados, sino de la música del interior de las personas guiadas por la batuta del Maestro, Jesús de Nazaret, que armoniza su propia obra original escrita en las partituras del evangelio.  Quienes escuchan estas notas desarrollan los mejores sonidos de la mejor música, compuesta por las emociones humanas y divinas más sublimes.

¿Desde dónde te sitúas?

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Hasta la próxima semana.


Tino Escribano Ruiz

viernes, 21 de febrero de 2014

14.-PROPONER LA FE CRISTIANA… como apasionante aventura.



Leí el libro de “Los Viajes de Gullivert” y aprendí que  en la vida se necesita muchas dosis de fantasía e imaginación para crecer y desarrollarse como persona.

Leí “Don Quijote de la Mancha” y aprendí que sus aventuras proceden de un profundo pensamiento que necesita ser equilibrado por la realidad de Sancho Panza.

Leí “El último Mohicano” y aprendí que la vida merece la pena vivirla como una gran aventura de alta resistencia.

Leí “Sinué el Egipcio” y aprendí que en las aventuras de los viajes se refuerza la sabiduría de los honrados.

Leí “La Noche oscura”,, y aprendí que para conseguir las más sublimes aspiraciones humanas se necesita vivir la mística aventura de mantenerse en pie  al no ver ningún resultado.

Leí el libro de “Viaje al centro de la tierra” y aprendí que hasta en los más perdidos y oscuros laberintos internos, se goza en la aventura esperanzada de encontrar una salida.

Leí “Las aventuras de Tom Sayer y descubrí que la aventura de la amistad supera todos los miedos, aunque  te den por desaparecido.    

Leí “El diario de Ana Frank” y descubrí que mantener la fuerza de los ideales es la mejor aventura que se puede vivir para sobreponerse a los horrores de las guerras exteriores y de las guerras que cada uno lleva consigo mimo.

Me acerqué a una comunidad cristiana y descubrí que todas las personas afrontan la vida utilizando los mejores resortes de los personajes de estas y otras apasionantes y trepidantes aventuras. En esta comunidad se sabe que el final es siempre feliz, porque es la misma vida de Jesús, protagonista principal de esta aventura de la fe cristiana. El libro de la buena noticia del evangelio, así lo narra y sigue siendo la guía principal para que otras personas se involucren en los diferentes episodios de la vida, haciendo experiencia de la fe en Jesús con la misma intensidad con las que los personajes de esos libros viven una apasionante aventura.

¿Desde dónde te sitúas?

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Hasta la próxima semana.

Tino Escribano Ruiz

sábado, 15 de febrero de 2014

13.-PROPONER LA FE CRISTIANA… como hogar de una gran familia.



Caminé hacia la casa de familia y me sentí reconfortado en el hogar más entrañable, junto a los seres más queridos.

Caminé hacia la casa del campo y me envolví entre las fragancias de hierbas y árboles que me conectan al hogar de la naturaleza.

Caminé hacia la casa de mi pueblo y me encontré con las raíces de mi historia
 escrita en las personas que forman parte de mi hogar y de los lugares donde transcurrió mi infancia.

Caminé hacia la casa rural y conviví con familias de amigos con las que se va formando un hogar porque vamos creciendo en unión de afectos, de confianza y de ayuda.

 Caminé hacia la casa del sol naciente y escuche las músicas que venían de horizontes lejanos desde el hogar más remoto de la humanidad.

Caminé hacia la casa del restaurante donde se reúnen los comensales en armonía
de hogar, festejando grandes acontecimientos familiares donde nunca faltan alimentos  para todo.

Caminé hacia la casa del diálogo donde las familias comparten las ideas y opiniones en un ambiente de hogar respetuoso, donde la sensibilidad une las diferencias.

Caminé hacia la casa de cultura donde nacen iniciativas de formación, de ocio y tiempo libre  en un ambiente de hogar y bienestar. 

Me acerqué a una comunidad cristiana y me sentí acogido en el hogar de la casa  familiar, donde se expresan todas las características de las otras casas; porque allí hay unas personas que se reúnen en nombre de Jesús. Aquí descubren su presencia en el amor de unas familias a otras. Esto hace posible que sea el hogar, por excelencia, de la única familia de los hijos del Padre-Dios.
El evangelio de Jesús es el hilo que une en la diversidad familiar, y es el corazón que da fuerza a esa gran familia, donde hay siempre un sitio para todos.  

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Hasta la próxima semana,

Tino Escribano  Ruiz

sábado, 8 de febrero de 2014

12.-PROPONER LA FE… como experiencia de ternura.



Miré  las manos de un anciano y en los surcos arrugados de su piel, observé la ternura de toda una vida desgastada por amor a su familia.

Miré  las manos de una abuela y observé el brillo de la piel en sus palmas pulidas por el trabajo en las rutinarias tareas de la casa, realizado con delicada ternura.

Miré las manos de un  médico cirujano y observé que curaban con ternura las graves heridas del paciente.

Miré  las manos ennegrecidas de un mecánico y observé en la dureza de sus dedos, la ternura con la que arregló, una y mil veces, las averías de los coches.

Miré  las manos de un alfarero y observé que entre sus dedos se escurrían las gotas de agua con las que sus manos acarician el barro, dándole forma con esmerada ternura.

Miré  las manos de un  guitarrista  y observé que expresaban gritos de dolor con la  misma ternura con la que se acaricia la frente dolorida de un accidentado.

Miré  las manos de un pintor y observé que en cada pincelada, se despertaban las más sensibles emociones de ternura que brotan de lo más profundo del interior.

Miré  las manos de una matrona y observé  la ternura con la que acogía la nueva vida que acababa de nacer de las entrañas de una joven madre, a quien se la ofreció con renovada ternura, recostándola en su regazo.

Miré  las manos de una joven madre y observé la ternura que emanaba de su corazón  rebosante de alegría, mientras acariciaba a su niño rodeándole de besos.

Me acerqué a una comunidad cristiana y vi las manos de Jesús en el conjunto de manos que forman la bondad de todo el género humano; porque todos seguían el evangelio haciendo el bien sin esperar nada a cambio, lo mismo que hizo Jesús con sus manos.
Y son manos llenas de luz, resucitadas, porque son manos liberadoras que vienen de lo alto, pero que se rebajan y se ofrecen para levantar y dignificar a los caídos por las miserias humanas. Así es la fe cristiana cuando se vive como experiencia de ternura. 

¿Desde dónde te sitúas?                                                                  
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 ¡Hasta la próxima semana!

                       Tino Escribano Ruiz

sábado, 1 de febrero de 2014

11.- PROPONER LA FE CRISTIANA… como subida hacia las metas más altas.



Subí a la cima del Mont Blanch y me llené de amor cantando a  la belleza del paisaje.

Valoré la importancia del esfuerzo, pero me di cuenta de que estaba yo solo con mi canto.  



Subí a la cima del Anetoy limpié mis pensamientos  percibiendo la frescura de la nieve y el viento.

Valoré la importancia del esfuerzo, pero me di cuenta de que estaba yo solo con mis pensamientos.



Subí al monte Everest y sentí admiración al percibir el esplendor del cielo azul intenso.

Valoré la importancia del esfuerzo, pero me di cuenta de que estaba yo solo con mi color al viento.



Subí al monte Karakorum y mi alegría fue inmensa al superar el reto que me permitió percibir la sensación del riesgo.

Valoré la importancia del esfuerzo, pero me di cuenta de que estaba yo solo ante la superación del riesgo.



Subí al monte Sinaí y sentí la emoción de ver la huella de un dios que dio la gran ley a un pueblo.

Valoré la importancia del esfuerzo, pero me di cuenta de que estaba yo solo con un dios extraño en mis sentimientos.



Subí a la cumbre del Klimanjaro y sentí mi pequeñez ante tanta inmensidad.

Valoré la importancia del esfuerzo, pero me di cuenta de que estaba yo solo con mis grandes limitaciones en ese momento.


Subí al monte donde habita la comunidad cristiana y, al llegar a la cima,   encontré a otra comunidad que subía hacia otra cumbre más alta, siguiendo a Jesús, que va por delante. El Evangelio marca la ruta del sendero que lleva  a la cima y que baja hasta la llanura. Porque esta comunidad no busca al dios de las   alturas, sino al que se ha hecho llanura en la tierra para elevar a toda la humanidad hacia la cumbre más alta.

Valoré la importancia del esfuerzo en la subida, y me di cuenta de que no estaba  yo solo, sino que estaba en compañía; pues los logros aquí, son los frutos  de la ayuda de todos para conseguir las metas más altas en la constante subida.



¿Desde dónde te sitúas?



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Hasta la próxima semana.

Tino Escribano Ruiz