Me vestí de color
verde, buscando la amistad que llena de
esperanza para mantener las ganas de
vivir.
Me vestí de color
amarillo, buscando una amistad llena
de luz que me guiara por el camino por donde se da brillo a la vida.
Me vestí de color naranja buscando una amistad con coraje y con virtud para
afrontar con energía las pruebas de la vida.
Me vestí de color rojo
buscando la amistad que acompaña en los
peligros, dispuesta a la entrega sin más miramientos que ofrecer pasión por la vida.
Me vestí de color
gris buscando la amistad que me enseñara a estar en silencio, olvidando de mi vida los peores contratiempos.
Me vestí de color
violeta buscando la amistad en la
autoridad y en las leyes, pero con paciencia y penitencia, con la actitud
de quien prepara la espera con exquisito
esfuerzo.
Me vestí de color negro buscando la amistad que me
mostrara mi lado más oscuro,
diciéndome las verdades, aunque fuese muy duro.
Me vestí de color blanco
buscando la amistad del corazón más
sincero, para compartir la paz y la
fiesta sin poner ningún precio.
Me vestí de color
azul, como el color del cielo, buscando la amistad que permanece en el más allá donde alguien me espera para
la eternidad.
Me acerqué a una comunidad cristiana y me encontré
con la amistad de Jesús que vestía un
armonioso arco iris de brillantes colores, donde se juntaban todas las características
armoniosas de cada uno de ellos.
En el corazón de la comunidad, se destaca
un libro con páginas de diferentes colores repleto de matices. El libro recoge
las orientaciones para pintar un nuevo mundo donde todos puedan tener acceso a
vestirse con los colores de la amistad.
¿Desde dónde te sitúas?
Puedes enviar tus reflexiones a esta dirección:
Tino Escribano Ruiz