Pensé en alguien que me ofreciera ideales para dignificar a las personas más deterioradas
de la tierra;
y mi pensamiento se
transformó en el rostro de Teresa de
Calcuta.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales para defender
la paz sin usar la violencia;
y mi pensamiento se transformó en el rostro de Mahatma Gandhi.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales de sencillez y transparencia;
y mi pensamiento se transformó en el rostro de Francisco
de Asís.
Pensé en alguien que me
ofreciera ideales para poner en primer lugar al ser y no al tener;
y mi pensamiento se transformó en el rostro de
Erick Fromm.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales para defender los derechos humanos sin distinción de
colores ni de razas;
y mi pensamiento se transformó en el rostro de Martin Luther King.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales contrastados por el
razonamiento
y mi pensamiento se transformó en el rostro de Sócrates.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales en busca de aventuras heroicas
y mi pensamiento se transformó en el rostro de Cervantes.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales de solidaridad
y mi pensamiento se transformó en el rostro de Vicente Ferrer.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales de paciencia
y el pensamiento se transformó en el rostro del Santo Job.
Pensé en el rostro de Jesús; y en mi mente aparecieron todos estos
maravillosos personajes, unidos a
millones de hombres y mujeres
que han pasado por la historia humanizando la vida.
Hoy los encuentro también en la comunidad cristiana porque viven
con una adhesión inseparable a la persona de Jesús y siguen su
evangelio.
Aquí encuentran el ideal que concentra sus mejores aspiraciones.
¿Desde dónde te sitúas?
Puedes enviar tus reflexiones a esta dirección: florentinoescribano@yahoo.es
Hasta la próxima semana.
Tino
Escribano Ruiz
No hay comentarios:
Publicar un comentario